Cinco pequeños pueblos donde los días más fríos brillan con calidez y carácter. Más allá de la costa de Málaga, los pueblos revelan una belleza que pertenece por completo a esta época más pausada del año.
Rute – Dulzura y Espíritu de Montaña
En pleno corazón de las Sierras Subbéticas, Rute se transforma cada invierno en la capital de los sabores navideños. Sus obradores artesanos elaboran turrones, anises y chocolates, y sus calles se llenan del aroma de almendra y canela. El Museo del Anís y el famoso Belén de Chocolate hacen de este pueblo una parada imprescindible en los meses fríos.
Alfarnate – El Sabor de la Sierra
A casi mil metros de altitud, Alfarnate presume de inviernos de aire limpio y vida tranquila. En febrero celebra su tradicional Fiesta de la Matanza, donde se degustan embutidos, guisos y vino de la tierra. Entre comida y paseo, los senderos de la Sierra de Enmedio ofrecen paisajes invernales salpicados de nieve y silencio.
Vélez-Blanco – Castillos y Cuevas a la Luz del Frío
En el norte de Almería, Vélez-Blanco combina historia y paisaje en perfecta armonía. Su castillo renacentista domina el horizonte, y la cercana Cueva de los Letreros, Patrimonio de la Humanidad, permite viajar miles de años atrás. Después de explorar, nada mejor que un plato caliente de gurullos con conejo junto al fuego.
Antequera – Piedra Antigua y Sol de Invierno
En el centro de Andalucía, Antequera se llena de luz suave y calma. Los Dólmenes brillan dorados bajo el sol bajo, y el Torcal ofrece rutas espectaculares entre formaciones de roca únicas. En el casco histórico, los cafés sirven chocolate espeso con mantecados, y cada rincón invita a pasear sin prisa.
Genalguacil – Arte Entre Castaños
Oculto en la Serranía de Ronda, Genalguacil es un pueblo blanco convertido en galería de arte al aire libre. Cada rincón guarda una escultura o mural creado durante los Encuentros de Arte. En invierno, la niebla cubre el valle y las chimeneas encienden una calidez que se mezcla con la belleza del entorno.


